Los desafíos de las amistades infantiles
- Por María Aylón, Psicóloga
- 19/12/2023
«Es una suerte encontrar alguien que te comprende, por eso Max y Bea son los mejores amigos del mundo…». De esta manera empieza el cuento Max y Bea (Jessixa Bagley, 2021), un relato en el que se ponen en valor tanto la amistad como los desafíos a los que se enfrentan un niño y una niña para conservarla.
Leerlo invita a reflexionar sobre la repercusión que tiene la amistad. Y, aunque, es importante en todas las etapas de nuestra vida, en la infancia es fundamental, pues favorece un desarrollo emocional y social saludable, ya que contribuye a la construcción de una autoestima positiva y prepara para tener relaciones de mayor calidad en la edad adulta.
Los seres humanos, que somos sociables por naturaleza, buscamos formar parte de un grupo. Una de las maneras de hacerlo es a través de la amistad. Desde que somos pequeños, con los amigos vamos a aprender e interiorizar otras normas sociales, que son distintas de las que conocemos a través del colegio o de nuestra familia. Diferentes formas de acatar las normas o de mandar, de ganar o perder, de compartir y cooperar… También vamos a experimentar la importancia que tiene el sentirnos queridos, valorados y respetados, de manera recíproca, por una persona que tiene nuestra edad, y que no forma parte de nuestra familia ni de nuestra aula. Las relaciones de amistad van a contribuir al desarrollo de valores tan importantes como la empatía, la lealtad, la reciprocidad, la confianza y la sinceridad.
La amistad va tomando diferentes formas, dependiendo del momento evolutivo en el que nos encontremos. En la infancia más temprana, los niños y las niñas ya van eligiendo otros iguales con quienes tienen más afinidad para jugar, aunque inicialmente esto no implique compartir necesariamente el juego. Después compartirán el juego y las relaciones irán incorporando muchos otros ingredientes. A partir de los cinco o seis años, aproximadamente, cambia el tipo de juego y también la manera de relacionarse, se inician nuevas amistades con otros niños y niñas por afinidad, intereses, personalidad… y se encuentra el sentido completo a lo que significa «ser mejores amigos o amigas». Esto implica reciprocidad y apoyo mutuo y, cómo no, también decepciones. Estas últimas hacen que se tambalee su seguridad, pero cuando lo resuelven de una manera adecuada, como hacen Max y Bea en el cuento, estas dificultades se convierten en una oportunidad de generar herramientas para gestionar las relaciones sociales en otras situaciones, de aprender maneras para resolver los conflictos y de sopesar diferentes alternativas de solución en cualquier situación que la vida les presente.
A partir de los diez años, las relaciones de amistad empiezan a tener una importancia cada vez mayor. Poco a poco se va produciendo una separación de la familia y un acercamiento a los iguales, hasta llegar a la adolescencia, etapa en la que las relaciones con amigos tienen un valor fundamental. En todas estas etapas se producen muchas relaciones de amistad que irán variando con el tiempo; algunas se consolidarán y otras se perderán.
Para finalizar, me gustaría destacar algunos aspectos importantes que, como padres y madres, podemos tener en cuenta para favorecer las relaciones de amistad en la infancia:
- En primer lugar, os propongo que intentéis entender cuál es la manera de relacionarse de vuestro hijo o hija. Hay niños y niñas a quienes les encanta estar rodeados de iguales; sin embargo, otros disfrutan de ratitos en soledad o de estar con pocos niños o niñas. Es importante respetar sus tiempos y sus momentos, así como la forma de relacionarse que tenga cada uno de vuestros hijos o hijas.
- También podemos proporcionar espacios de encuentro con otros niños, favoreciendo «quedadas» como, por ejemplo, ir al parque, jugar en casa o realizar actividades de ocio con niños y niñas afines a nuestros hijos e hijas.
- En muchas ocasiones, nuestros hijos e hijas se sentirán decepcionados por sus amigos. Esa decepción puede hacer que sientan malestar, y nosotros, como padres, nos preocuparemos. Podemos verlo como una oportunidad para que vayan generando sus propias estrategias para enfrentarse a estas situaciones, y nuestro papel puede ser el de escuchar, acompañar, dar valor a lo que están sintiendo, preguntar cómo consideran que lo pueden gestionar, darles algún recurso si no lo tienen y respetar su manera de gestionarlo.
- Por último, pero no menos importante, podemos conversar con nuestros hijos e hijas sobre el valor de la amistad. Para ello el cuento Max y Bea nos lo pone muy fácil.